Marco de acción para desarrollar y aplicar respuestas sanitarias y sociales a los problemas de las drogas

Introducción

El marco de acción que aquí se introduce ayudará a aclarar las ideas actuales sobre el proceso de respuesta y los factores que deben tenerse en cuenta en cada fase. Esto tiene especial interés para los que planifican políticas o intervenciones sociales y sanitarias para abordar los problemas de drogas, pero puede aplicarse igualmente a respuestas a nivel individual.

También proporciona una estructura a las diferentes miniguías que, juntas, conforman la Respuestas sanitarias y sociales a los problemas de drogas: una guía europea 2021.

Última actualización: 18 de octubre de 2021.

Vista próxima de un grupo de manos durante un debate

Contenido:

Visión general

  • Las respuestas sanitarias y sociales a los problemas relacionados con las drogas en Europa se llevan a cabo en el contexto de las políticas y marcos jurídicos de la UE, nacionales y locales, y estos factores influyen en la selección y la implementación de las intervenciones.
  • Las respuestas deben cumplir un conjunto de principios clave, por ejemplo, el respeto de los derechos humanos, incluido el derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental.
  • La elaboración y aplicación de respuestas a los problemas de drogas, ya sea a escala europea, nacional, local o individual, incluyen tres pasos básicos:
    • identificar la naturaleza de los problemas que deben abordarse;
    • seleccionar intervenciones potencialmente eficaces para abordar estos problemas; y
    • la aplicación, el seguimiento y la evaluación del impacto de estas intervenciones.
  • En cada fase hay que tener en cuenta muchos factores diferentes; algunos de los más importantes se destacan aquí.

Los daños asociados al consumo de drogas dependen del tipo de drogas y de cómo se consumen, quién las consume y en qué contextos. Las muchas formas distintas en las que pueden interactuar estos factores generan una gran variedad de posibles situaciones de consumo de drogas, que se asocian a consecuencias para la salud y sociales de diversa gravedad. Las combinaciones más comunes de formas de consumo de drogas, los perfiles de las personas que consumen drogas y los contextos en los que se produce el consumo de drogas varían entre los países de toda Europa y, en consecuencia, también lo hacen la naturaleza y el alcance de sus problemas de drogas.

Además de variar de un país a otro, el consumo de drogas y sus problemas asociados pueden cambiar con el tiempo. Esto significa que no puede haber un plan único para abordar los problemas relacionados con las drogas, y que las personas encargadas de responder a estos retos deben revisar periódicamente la prestación de los servicios disponibles y adaptar las intervenciones existentes o desarrollar otras nuevas para satisfacer las necesidades cambiantes. También se indica la necesidad de una estrategia sistemática, en la que la evaluación de la eficacia se integre en el desarrollo, la aplicación y el seguimiento de las respuestas a los problemas relacionados con las drogas.

A continuación presentamos las principales cuestiones que deben tenerse en cuenta en el desarrollo y la aplicación de respuestas sanitarias y sociales a los problemas relacionados con las drogas. También describimos el marco en torno al cual se estructura el documento Respuestas sanitarias y sociales a los problemas relacionados con las drogas: una Guía europea 2021. El marco de acción está concebido como ayuda para quienes participan en el desarrollo y la aplicación de intervenciones sanitarias y sociales y como una lista de comprobación conceptual al revisar la política o la práctica actuales o desarrollar nuevas actividades.

Un marco para el desarrollo de respuestas sanitarias y sociales a los problemas relacionados con las drogas

Respuestas sanitarias y sociales a los problemas de drogas: Una guía europea 2021 proporciona un punto de referencia para quienes planifican o proporcionan respuestas sanitarias y sociales a los problemas de drogas en Europa. Las respuestas más adecuadas dependerán de la naturaleza de los problemas específicos relacionados con las drogas, de los contextos en los que se produzcan y de los tipos de intervención que sean posibles y socialmente aceptables. Al proporcionar información clave sobre algunas de las cuestiones más importantes en materia de drogas en Europa y las posibles respuestas, la guía pretende ayudar a las personas implicadas en la resolución de estos problemas a desarrollar nuevos programas y mejorar los existentes.

El marco de acción que aquí se introduce ayudará a aclarar las ideas actuales sobre el proceso de respuesta y los factores que deben tenerse en cuenta en cada fase. Esto tiene especial interés para los que planifican políticas o intervenciones sociales y sanitarias para abordar los problemas de drogas, pero puede aplicarse igualmente a respuestas a nivel individual.

El marco también proporciona una estructura a los diferentes componentes de Respuestas sanitarias y sociales a los problemas de drogas: una Guía europea 2021, que examina las respuestas sanitarias y sociales a una serie de problemas de drogas en Europa desde tres perspectivas diferentes: tipos y pautas de consumo de drogas; el papel de los diferentes contextos; y las necesidades de grupos concretos. Inevitablemente, se producen solapamientos entre estas diferentes perspectivas y se destacan las más importantes.

Tres fases para desarrollar respuestas a los problemas relacionados con las drogas

El consumo de drogas y sus problemas son un fenómeno complejo y polifacético que cambia con el tiempo. Por lo tanto, las respuestas necesarias para prevenir y mitigar sus daños en los individuos y las sociedades son, necesariamente, muchas y variadas. Además, deben tener la flexibilidad necesaria para adaptarse a los cambios en las pautas de consumo de drogas y a los problemas resultantes, así como a los diferentes contextos nacionales.

El proceso de respuesta a los problemas relacionados con las drogas puede dividirse en tres grandes fases (gráfico 1): la identificación de los problemas concretos relacionados con las drogas que deben abordarse; la selección de las respuestas o intervenciones que deben ponerse en marcha; y la implementación de estas intervenciones, en la que la vigilancia y la evaluación del impacto forman parte integrante. Esta estrategia puede aplicarse al desarrollar respuestas a cualquier nivel: nacional, local o de sistema. Del mismo modo, estos mismos procesos básicos se aplican tanto si se desarrolla una respuesta a un problema concreto por primera vez como si se revisa la prestación actual. Aunque no se trate de la prioridad en este caso, los mismos pasos amplios —identificación de problemas o evaluación de necesidades; selección de respuestas o intervenciones; e implementación y revisión— también son pertinentes a la hora de trabajar con consumidores de drogas individuales.

En todos los casos, el punto de partida debe consistir en entender el alcance y la naturaleza de los problemas a tratar, que luego pueden traducirse en objetivos para el cambio. Estos conocimientos pueden obtenerse de la revisión de los datos disponibles sobre el problema, que van desde las estadísticas nacionales hasta la investigación local y las evaluaciones de necesidades, y de la consulta con las partes interesadas, incluidas las personas que consumen drogas y sus contactos más cercanos. La selección de las prioridades y los objetivos de intervención procederán de la definición del problema y se fundamentarán en las actitudes públicas y políticas, así como en las prioridades locales y nacionales.

Figura 1. Las tres fases generales del desarrollo de respuestas a los problemas relacionados con las drogas

 

Tres círculos que representan la definición del problema, la selección de respuestas y la aplicación están conectados por flechas que representan un ciclo y rodeados por un anillo más grande que representa las influencias y la base de conocimientos.

En la segunda fase, se toman decisiones con respecto a las medidas que deben adoptarse y se formulan planes para implementarlas. Los factores que deben tenerse en cuenta en este momento son los tipos de intervención que es probable que sean eficaces, los grupos diana implicados y los contextos en los que se llevarán a cabo las medidas. En función de las circunstancias, esto puede implicar la selección de una serie de opciones de intervención en las que haya pruebas de eficacia; la adopción y adaptación de intervenciones que se haya demostrado que funcionan en otros lugares; o la ampliación u optimización de las intervenciones basadas en pruebas existentes. Si no existen opciones adecuadas, esta fase del proceso puede implicar el desarrollo de una nueva intervención. Cuando un programa o estrategia ya está en funcionamiento, puede ser necesario revisar su prestación teniendo en cuenta las necesidades de grupos concretos o para subsanar lagunas en la cobertura. Estas decisiones se verán influidas por consideraciones como la magnitud o la gravedad del problema, los recursos y las competencias disponibles, los resultados esperados y los valores y las preferencias de la comunidad.

Una vez que se han elegido respuestas adecuadas, la siguiente fase es la implementación. Si una intervención basada en pruebas funciona en un caso concreto dependerá de cómo se lleve a la práctica, así como del contexto local. Por ello, la supervisión y evaluación de la implementación, incluidos los costes y resultados, constituyen un componente esencial en esta fase para documentar la revisión continua y el proceso de planificación.

Contexto general y principios básicos

Varios documentos y políticas internacionales, como la Posición común sobre la Sesión especial de la AGNU, la estrategia de la UE en materia de drogas y otros documentos de la UE, como las normas mínimas de calidad para la reducción de la demanda, destacan una serie de principios clave para las respuestas sanitarias y sociales a los problemas relacionados con las drogas. A efectos de la guía, hemos identificado aquellos que son esenciales para las respuestas en este ámbito (véase el cuadro: Principios clave para las respuestas sanitarias y sociales a los problemas de drogas en Europa). Estos principios son fundamentales para todas las respuestas sanitarias y sociales y se debatirán en diferentes contextos en varios componentes de Respuestas sanitarias y sociales a los problemas de drogas: una Guía europea 2021.

Tanto el marco jurídico de un país como las actividades policiales que lleva a cabo pueden tener un impacto importante en las respuestas sanitarias y sociales, ya que actúan como barrera o facilitador de estas intervenciones (véase el recuadro: Políticas y marcos jurídicos clave). Por ejemplo, las actividades de aplicación de la ley centradas en las personas que consumen drogas pueden inhibir la búsqueda de ayuda, mientras que las actividades de control de drogas pueden agravar los daños asociados al consumo y suponer una barrera para el funcionamiento eficiente y eficaz de los servicios sanitarios y sociales. Por otro lado, la legislación laboral que impide la discriminación de personas con antecedentes de problemas de drogas puede promover la reinserción social y mejorar la eficacia de los tratamientos y la rehabilitación. Las estrategias legislativas y políticas de los Estados miembros de la UE, que difieren considerablemente, pueden influir de manera notable en las respuestas sanitarias y sociales adoptadas y dotadas de recursos, así como en su eficacia.

Las secciones restantes del presente documento describen el marco de planificación de la respuesta y examinan con más detalle los factores que deben tenerse en cuenta en cada fase.

Definición del problema y evaluación de necesidades

La definición del problema o la realización de una evaluación de las necesidades pueden llevarse a cabo a diferentes niveles y por parte de diversos agentes, como las autoridades públicas, los planificadores, los consultores o profesionales sanitarios. Son posibles diversas estrategias y se dispone de numerosas herramientas para ayudar en el proceso, por ejemplo, el Kit de recursos para la prevención y la evaluación (PERK) y los indicadores rutinarios que mantiene el EMCDDA. A nivel individual, el personal sanitario puede utilizar herramientas de evaluación consolidadas, como el Índice europeo de gravedad de la adicción o la prueba de identificación de los trastornos provocados por el consumo de drogas. El Banco de Instrumentos de Evaluación en línea contiene una amplia selección de herramientas que pueden ser útiles tanto a nivel individual como de población.

Figura 2: Factores que deben tenerse en cuenta en la fase 1: definición del problema

 

Esquema que resume algunos aspectos de la etapa de definición del problema de desarrollar respuestas sanitarias y sociales relacionadas con las drogas. Estos aspectos incluyen factores e influencias contextuales, así como la base de conocimientos.

En la fase de evaluación inicial es necesario abordar una serie de cuestiones clave: ¿quién se ve afectado?; ¿qué tipos de sustancias y pautas de consumo existen?; y ¿dónde se produce el problema? Las respuestas deben adaptarse a los problemas específicos de drogas que se experimentan, y estos pueden variar de un país a otro y a lo largo del tiempo. La amplia variedad de factores que deben tenerse en cuenta en esta fase del proceso se comentan en este apartado y se ilustran en la Figura 2.

Conocimiento de los problemas derivados de determinados tipos o pautas de consumo de drogas

Las drogas psicoactivas actúan sobre el cerebro, produciendo una serie de cambios en la percepción, el estado de ánimo, el pensamiento y el comportamiento. Inicialmente, estos efectos pueden ser positivos, por ejemplo, aliviar el dolor o la angustia mental, o producir placer, pero también pueden causar una serie de daños, ya sea como consecuencia de los efectos tóxicos directos de la sustancia en el cuerpo o a través de la intoxicación, ya que las drogas pueden inducir un estado de euforia al tiempo que perjudican el pensamiento racional y la coordinación física. Si una persona intoxicada conduce un coche, utiliza maquinaria o realiza actividades físicas, puede lesionarse a sí misma o a otras personas y, en ocasiones, provocar muertes. Las personas intoxicadas también pueden participar en actos violentos, ya sea en entornos domésticos o en situaciones sociales que facilitan este tipo de conductas, como bares repletos de otras personas intoxicadas. El consumo crónico de drogas, especialmente el consumo diario sostenido, puede producir un síndrome de dependencia, en el que las personas pueden tener dificultades para reducir el consumo o dejar de consumir una droga en particular, a pesar del daño que le está causando a su salud y bienestar, así como al de sus familiares y amigos. Si este consumo de la droga es persistente puede producir o agravar los síntomas de trastornos mentales y físicos y ocasionar problemas a la hora de desempeñar papeles sociales importantes, como ir a clase, trabajar o cuidar de los hijos. Entre aquellos cuyo consumo de drogas ha progresado hasta la dependencia, los problemas de salud mental y las comorbilidades físicas son comunes, y muchos experimentarán problemas para mantener un empleo normal o una vivienda segura.

Los problemas relacionados con las drogas pueden variar en función del tipo de droga de que se trate, la vía de administración (por ejemplo, por vía oral, fumada o inyectada) y la frecuencia o el patrón de consumo. Estas variables interactúan con otros factores, como las características de la persona que consume la droga (por ejemplo, jóvenes, mujeres u hombres, personas socialmente integradas o desfavorecidas) y los entornos sociales en los que se consumen las drogas (por ejemplo, el lugar de trabajo, en casa, en un club nocturno o bar, en las calles), para aumentar o reducir los problemas que experimentan las personas que consumen drogas. Por consiguiente, es importante identificar qué factores son relevantes cuando se desarrollan intervenciones para tratar problemas de drogas.

La identificación de las drogas y las pautas de consumo que representan el mayor problema indicará los probables daños más graves asociados. La heroína y los fármacos opioides tienen un alto riesgo de dependencia, sobre todo si se inyectan. Su consumo puede dar lugar a sobredosis mortales y si las personas comparten equipos de inyección contaminados corren el riesgo de contraer y propagar infecciones de transmisión por la sangre como el VIH y las hepatitis B y C.

Los estimulantes, como la cocaína, MDMA y las anfetaminas, provocan intoxicación. A menudo se consumen de manera recreativa, pero se pueden relacionar con pautas y formas de consumo más problemáticas, como la inyección o fumadas. Las personas bajo la influencia de estas sustancias pueden participar en conductas sexuales de riesgo y en otras actividades (por ejemplo, conducir un coche) que ponen en peligro su seguridad y la de otras personas. El consumo de estimulantes durante semanas o meses y en dosis elevadas, puede provocar psicosis y episodios cardiovasculares graves, como infartos e ictus. En el caso de algunos estimulantes, como MDMA, pueden producirse daños mortales o muy graves como consecuencia de una sola dosis elevada, y por tanto, no están necesariamente asociados al consumo habitual.

El cannabis presenta un riesgo muy bajo de desenlaces mortales, pero su consumo puede asociarse a ingresos hospitalarios por toxicidad aguda. Se estima que el riesgo de desarrollar dependencia del cannabis es menor que en el caso de los opioides o las drogas legales como el alcohol y el tabaco. No obstante, las personas que consumen cannabis habitualmente pueden desarrollar un consumo problemático y buscar ayuda para dejar de consumir. Además, se cree que el consumo habitual o precoz de cannabis se asocia a un aumento del riesgo de desarrollar trastornos de salud mental o de experimentar problemas sociales y educativos.

Las personas que consumen drogas habitualmente tienden a consumir más de una sustancia. La mayoría practica el policonsumo: el consumo de varias drogas combinadas o en momentos distintos. Por ejemplo, las personas que se inyectan heroína suelen consumir otros opioides, alcohol, tabaco, benzodiazepinas, cannabis y estimulantes. Las personas que consumen cocaína tienden a consumirla junto con alcohol. Muchas personas que consumen cannabis a diario también fuman tabaco. Estas combinaciones de drogas pueden incrementar el riesgo de sufrir daños, por ejemplo, aumentan la probabilidad de sufrir efectos tóxicos, de sobredosis mortales o de dependencia de varias drogas, que puede ser más difícil de superar que la dependencia de una sola droga.

Conocer el papel de los diferentes contextos

Debe tenerse en cuenta el contexto en el que se consumen las drogas, ya que esto puede afectar al tipo y el alcance de los daños que puede causar el consumo de drogas. Las personas que consumen drogas cuando están solas pueden tener un mayor riesgo de sufrir algunos daños; en particular, no habrá nadie que les ayude si sufren una sobredosis. El consumo de opioides mientras se está solo, por ejemplo, aumenta el riesgo de sufrir una sobredosis mortal.

Las personas que consumen drogas en lugares públicos, a menudo, lo hacen de forma furtiva y apresurada. Esto puede aumentar el riesgo de sufrir una sobredosis o de contraer una infección vírica transmitida por la sangre si comparten equipos de inyección. La falta de higiene, a menudo asociada a estos contextos, también aumenta el riesgo de contraer una serie de infecciones. Esto es un problema especial para las personas sin hogar. El consumo de drogas en los centros penitenciarios también es clandestino y arriesgado (véase también Opioides: respuestas sanitarias y sociales, Enfermedades infecciosas relacionadas con las drogas: respuestas sanitarias y sociales).

En relación con los entornos recreativos, el consumo de MDMA en un club nocturno caluroso, por ejemplo, puede poner a una persona que ya está predispuesta a la hipertermia en mayor riesgo de sufrir este desenlace adverso raro pero grave. En términos más generales, el consumo de drogas en el lugar de trabajo puede plantear riesgos para la seguridad, por ejemplo, cuando se utiliza maquinaria o se conduce bajo los efectos de drogas.

Conocer los daños a las personas y las comunidades

Un paso importante en la definición del problema es identificar los factores impulsores (o causales) más importantes de los daños, y qué individuos o comunidades se ven principalmente afectados. Por ejemplo, ¿hay un problema debido al aumento del consumo de cannabis en los jóvenes? Si lo hay, ¿está concentrado en un grupo de edad, una comunidad o una zona geográfica en particular? Además, ¿está asociado este aumento del consumo de cannabis con las tasas de abandono escolar, el aumento del desempleo juvenil o el aumento de los problemas de salud mental? La respuesta a estos tipos de preguntas aclarará las cuestiones que deben abordarse, los resultados que deben intentar conseguirse y los criterios que se deben utilizar para determinar el impacto de la intervención.

Hay una serie de factores individuales y sociales que pueden hacer que algunas personas que consumen drogas sean más vulnerables a los daños. Sucede lo mismo con las familias y las comunidades afectadas por los problemas de drogas. Estos factores interactúan de forma compleja de manera que reducen o aumentan los riesgos y los daños asociados al consumo de drogas. Además, pueden actuar junto con el consumo de drogas de manera circular para crear un círculo vicioso. Algunos de los componentes clave que deben tenerse en cuenta, junto con su impacto en los daños asociados al consumo de drogas, se resumen en el cuadro «Ejemplos de factores que deben tenerse en cuenta al evaluar los problemas relacionados con las drogas». Se facilita más información en los distintos componentes de la guía.

Identificación y determinación de la prioridad de los problemas que se deben tratar

Es probable que la evaluación de las necesidades identifique una serie de posibles problemas que se deben abordar. El enfoque de salud pública es útil a la hora de decidir qué problemas deben tratarse. Esta estrategia evalúa en primer lugar la gravedad de los problemas experimentados por las personas que consumen drogas. El siguiente paso en el proceso es buscar intervenciones que reduzcan el impacto de los problemas de drogas que se han identificado. Esta estrategia identifica ámbitos prioritarios de acción basados en las pruebas, pero también está influida en cierta medida por las actitudes políticas y públicas.

Por ejemplo, en muchos países europeos, las muertes por sobredosis de drogas son una causa importante de mortalidad entre los hombres de entre 25 y 55 años, y en algunas zonas están aumentando, estando la heroína u otros opioides implicados en la mayoría de estas muertes. Estas muertes prematuras tienen un enorme impacto en las familias (que pierden a sus padres, hijos o hermanos), así como en la sociedad en general, y suponen una gran demanda para los servicios sanitarios de urgencia. Por lo tanto, reducir las muertes relacionadas con los opioides es una prioridad de salud pública elevada en términos de políticas sobre drogas en muchas jurisdicciones.

Las muertes y otros acontecimientos adversos asociados a las nuevas sustancias psicoactivas suelen generar considerable atención en los medios de comunicación y preocupación pública. Aunque estos acontecimientos son raros, abordar los daños asociados al consumo de estas sustancias, que plantean riesgos desconocidos para las personas que consumen drogas, es una prioridad en toda Europa.

Otro motivo de preocupación es la presencia de lugares de consumo de drogas en lugares públicos, cuando el consumo y el tráfico de drogas tienen lugar en espacios públicos. Estas escenas, asociadas a las molestias públicas y al potencial de violencia, suelen generar preocupación pública y pueden ser una prioridad de intervención. Las respuestas aquí deben tener en cuenta las necesidades tanto de las comunidades locales como de las personas que consumen drogas de alto riesgo.

Desarrollo de respuestas sanitarias y sociales adecuadas

Aclarar los objetivos de las intervenciones

Una vez definidos los problemas de drogas que deben tratarse, el siguiente paso es identificar las respuestas que es probable que sean eficaces para estos problemas. Cuando proceda, puede utilizarse una combinación de intervenciones, ya que las medidas individuales rara vez son suficientes. La selección de las respuestas adecuadas exige comprender claramente los objetivos principales de las intervenciones. Por ejemplo, los objetivos podrían ser uno o más de los siguientes:

  • prevenir el inicio del consumo de drogas en los jóvenes;
  • retrasar la edad a la que las personas inician el consumo de drogas;
  • evitar que el consumo experimental de drogas se convierta en consumo habitual;
  • ayudar a las personas a dejar de consumir drogas;
  • reducir el consumo de drogas y los daños en las personas que ya las consumen;
  • disminuir los daños relacionados con las drogas que sufren las comunidades; o
  • incrementar la integración social de las personas con problemas de drogas.

Los objetivos dependerán de una combinación de factores, incluida una evaluación de la naturaleza y la fase de desarrollo del problema de las drogas que debe abordarse, por ejemplo:

  • ¿Está empezando a causar problemas una nueva droga, aunque el número de personas que la consumen sigue siendo relativamente pequeño?
  • ¿Causa nuevos problemas una droga consolidada como la heroína, con muchas personas que consumen drogas de alto riesgo, o las intervenciones no abordan adecuadamente los daños de larga duración?
  • ¿Existe preocupación por el resurgimiento de una droga ilegal como MDMA?

En el caso de una nueva sustancia psicoactiva, el objetivo puede ser disuadir a los jóvenes de la experimentación o animar a los que han empezado a consumir a dejar de consumir o a no hacerlo habitualmente, evitando al mismo tiempo dar la impresión de que el consumo de estas drogas es la norma. Puede ser necesario investigar para identificar pautas de consumo problemáticas en relación con las nuevas drogas. Es posible que los educadores en salud tengan que explorar formas eficaces y específicas de informar a las personas que consumen drogas sobre los posibles daños y las pautas de consumo más arriesgadas, como intervenciones basadas en iguales o mensajes en canales de redes sociales seleccionados y de confianza.

En el caso de una droga establecida, el objetivo puede ser prevenir el consumo de drogas nuevas, animando al mismo tiempo a las personas que ya las consumen y tienen problemas a entrar en contacto con los servicios de drogodependencia.

Comprensión y uso de pruebas

Para desarrollar y aplicar las respuestas pueden utilizarse diferentes tipos de pruebas. Esto puede incluir:

  • las evaluaciones de las intervenciones, como los ensayos controlados aleatorizados y otros diseños experimentales o estudios de observación; Pueden ayudar a evaluar la calidad de las pruebas y la dirección del efecto de cada intervención (beneficioso o no);
  • estudios de implementación, que investigan qué factores se han asociado a una prestación de servicios eficaz;
  • síntesis de la opinión experta de las partes interesadas. Esto puede utilizarse, por ejemplo, en la elaboración de directrices (para complementar otras formas de prueba). Lo ideal sería que esto incluyera aportaciones tanto de los participantes en la intervención como de sus posibles destinatarios.
  • Resultados de la ciencia básica y la investigación que pueden servir de base para el diseño de nuevas intervenciones.

Los diversos tipos de pruebas varían en lo que respecta a sus puntos fuertes y débiles, así como en la información que pueden proporcionar. Los problemas relacionados con las drogas son polifacéticos y no solo exigen intervenciones a nivel médico, sino también a nivel socioeconómico y educativo. En consecuencia, a menudo es necesario integrar pruebas procedentes de una serie de disciplinas y tipos de estudio, utilizando métodos de investigación tanto cuantitativos como cualitativos.

Cuando se examinan las pruebas disponibles para orientar la toma de decisiones, el primer paso consiste en definir la cuestión de la investigación, que, a su vez, determina el diseño de estudio más adecuado. Por ejemplo, la eficacia del tratamiento de personas se evalúa mejor mediante ensayos controlados aleatorizados. Para determinar el impacto a largo plazo de una intervención que ya ha demostrado ser eficaz o el impacto de políticas más amplias o intervenciones basadas en la población, es probable que los estudios de observación sean más adecuados. Estos incluyen, por ejemplo, estudios longitudinales o de cohortes, series temporales interrumpidas o estudios controlados antes y después.

También es importante tener en cuenta la calidad y la relevancia de las pruebas disponibles. ¿Se han extraído los resultados de estudios diseñados adecuadamente y se basan en investigaciones bien realizadas que minimicen los sesgos? ¿Se notifican correctamente y están relacionados con los grupos de interés objetivo?

Existen varias formas de evaluar la calidad de las pruebas disponibles. Las mejores pruebas proceden de revisiones sistemáticas que combinan los resultados de múltiples estudios y evalúan su calidad, así como la medida en que muestran resultados coherentes. Sin embargo, en los ámbitos más nuevos puede que se tarde algún tiempo antes de que se terminen suficientes estudios primarios y se realicen revisiones sistemáticas; lo que significa que, a menudo, los servicios deberán desarrollarse en áreas en que las bases empíricas son deficientes o parciales.

Al utilizar pruebas, también es importante reconocer que la calidad de las pruebas no es la única consideración, ya que puede haber intervenciones que han mostrado resultados efectivos, pero para las que las pruebas son actualmente deficientes porque todavía no se han investigado suficientemente. Del mismo modo, puede haber pruebas de alta calidad de que una intervención sea eficaz, pero con un efecto beneficioso pequeño. Es importante mencionar que las afirmaciones relativas a las pruebas no se pueden aplicar de forma general, sino en relación con unos resultados concretos y, normalmente, con poblaciones o contextos específicos, o con ambos. Por lo tanto, conocer cómo se han definido y medido los resultados es crucial a la hora de valorar cómo se pueden interpretar las pruebas disponibles.

Evaluación de las pruebas utilizadas para esta guía

Las afirmaciones sobre pruebas recogidas en esta guía son una recopilación de lo que se sabe sobre la respuesta al consumo de drogas. Solo reflejan ámbitos en los que tenemos pruebas claras que respaldan una intervención. En muchas situaciones, las pruebas que respaldan una intervención son limitadas debido a la falta de una evaluación sólida, o porque las pruebas disponibles no se han sintetizado de manera que faciliten una evaluación (es decir, no se han realizado revisiones sistemáticas ni metanálisis de las pruebas). La falta de pruebas, o las pruebas de baja calidad, no significan necesariamente que una intervención no funcione. Significa que la intervención todavía no se ha evaluado adecuadamente, por lo que en este momento hay un alto grado de incertidumbre en la predicción del impacto que tendrá.

Metodología

En esta guía, las afirmaciones sobre pruebas se basan en pruebas procedentes de revisiones sistemáticas y metanálisis publicados entre enero de 2010 y marzo de 2021. Se identificaron revisiones sistemáticas y metanálisis a partir de búsquedas en PubMed para cada tema utilizando los títulos de temas médicos pertinentes. De los estudios relevantes identificados se obtuvieron documentos de texto completo para las revisiones correspondientes, de los que se extrajeron datos clave: detalles de la publicación, la población estudiada, la intervención evaluada, una descripción de los estudios incluidos (es decir, el número de ensayos/participantes, los tipos de diseño del estudio) y la calidad (diseño del estudio). Cuando se disponía de ellas, se extrajeron y utilizaron declaraciones de pruebas y sus calificaciones de calidad GRADE (Cochrane GRADE). Las pruebas obtenidas de estudios individuales se calificaron como «pruebas de muy baja calidad o insuficientes». Cuando había más de una revisión disponible sobre un tema concreto, las declaraciones de las pruebas se basaban en las pruebas sólidas más recientes disponibles y tenían en cuenta la coherencia de las pruebas en todas las revisiones. En los casos en que las pruebas no eran coherentes, se hizo un juicio sobre las pruebas más sólidas, basándose en lo reciente de la revisión y en el número y la calidad de los estudios incluidos. En algunos casos, las calificaciones de calidad GRADE para las revisiones tuvieron que ser reevaluadas para mantener la coherencia entre revisiones. Por lo general, se excluyeron las pruebas de revisiones narrativas.

Debido a los métodos utilizados, las afirmaciones sobre pruebas se limitan necesariamente a ámbitos en los que se dispone de pruebas adecuadas para confirmar (o refutar) los beneficios de una intervención. En algunos casos, puede que se disponga de pruebas sólidas para demostrar los beneficios de una intervención, pero no se han sintetizado de una manera que permita juzgar la calidad de las pruebas (es decir, no existen revisiones sistemáticas ni metanálisis). En estas situaciones, las pruebas relativas a dicha intervención no se incluyeron en las afirmaciones sobre las pruebas. En otras situaciones, solo se disponía de pruebas procedentes de un único estudio, o eran de baja calidad (por ejemplo, debido a las limitaciones del diseño del estudio). Esto significaba que las pruebas no eran concluyentes; la valoración de la calidad asignada a la afirmación sobre pruebas en estas situaciones era muy baja o insuficiente. En muchos ámbitos de intervención, no notificamos pruebas en las que no fueran concluyentes o fueran de muy baja calidad debido a las limitaciones de espacio.

Resumen de las pruebas

El sistema de calificación basado en pruebas utilizado en esta guía tiene dos dimensiones. Todas las pruebas se refieren a un resultado específico medido en una población y/o entorno y plazo específicos.

La primera dimensión refleja la dirección del efecto de la intervención, es decir, si se ha constatado sistemáticamente que la intervención produce un beneficio, un beneficio poco claro o un posible daño:

  • Beneficioso: Pruebas del beneficio en la dirección deseada.
  • Poco claro: No está claro si la intervención produce el beneficio pretendido.
  • Daños potenciales: Pruebas de posibles daños o pruebas de que la intervención tiene el efecto contrario al deseado (por ejemplo, aumento en lugar de disminución del consumo de drogas).

La segunda dimensión representa la calidad de las pruebas y se basa en el sistema de calificación Cochrane GRADE, en el que las calificaciones reflejan la confianza en la calidad de las pruebas. Esto se muestra mediante los calificativos:

  • Alta: Podemos tener un alto nivel de confianza en las pruebas disponibles
  • Moderada: Tenemos una confianza razonable en las pruebas disponibles
  • Baja: Tenemos poca confianza en las pruebas disponibles
  • Muy baja: Las pruebas disponibles son actualmente insuficientes y, por tanto, existe una incertidumbre considerable sobre si producirán el resultado previsto.

Las pruebas de baja o muy baja calidad serán frecuentes para nuevas respuestas o intervenciones que abordan problemas emergentes. Por lo tanto, es importante incluir una evaluación y estar alerta ante posibles resultados adversos o no deseados.

Selección de las opciones de respuesta más adecuadas

La fase siguiente, basada en la evaluación de necesidades y en los objetivos definidos, consiste en decidir sobre una respuesta adecuada. Hay tres formas posibles de proceder en este sentido: ampliar o mejorar una respuesta existente; importar una estrategia o programa que se haya utilizado en otro lugar; o desarrollar una nueva intervención. En algunos casos, la táctica más adecuada puede ser modificar ligeramente una respuesta existente (por ejemplo, ampliar el horario de apertura de un servicio o añadir un componente a un programa de formación). En otras circunstancias, puede ser necesaria una nueva intervención y habrá que tener en cuenta una serie de factores para seleccionar la respuesta más adecuada y eficaz (Figura 3).

Figura 3: Factores que deben tenerse en cuenta en la fase 2: selección de respuesta o intervención

 

Diagrama visual del paso de selección de la respuesta

Las primeras preguntas que deben formularse son: ¿qué opciones de respuesta existen para abordar el problema y qué pruebas existen de su eficacia? Lo ideal sería que las intervenciones estuvieran respaldadas por las pruebas más sólidas disponibles, si es posible, metanálisis y revisiones sistemáticas de ensayos controlados aleatorizados a gran escala y estudios de observación de resultados de tratamientos que combinen los resultados de varios estudios con un gran número de personas. Sin embargo, estas pruebas no siempre se pueden obtener y, en el otro extremo del espectro, en los casos en los que los datos son muy limitados o inexistentes, el consenso entre expertos puede ser la mejor opción hasta que se puedan recoger pruebas más concluyentes.

Si no hay ninguna respuesta adecuada disponible, entonces será necesario realizar una búsqueda para elaborar una intervención, investigar su viabilidad y evaluar su aceptabilidad por parte del grupo objetivo. Seguidamente, cuando se haya implementado el programa y se haya adquirido experiencia en su uso, deberá realizarse investigación para evaluarlo.

Los principales tipos de respuestas disponibles y modos de prestación se describen brevemente en la siguiente sección. A menudo, se necesita una combinación de medidas de respuesta para tratar los diversos aspectos de problemas complejos.

Otro factor que debe tenerse en cuenta en esta fase es el grupo destinatario específico al que se pretende beneficiar de la intervención. Por ejemplo, ¿se aportará el programa a:

  • la población total de personas que pueden consumir drogas, por ejemplo, la población adulta;
  • subgrupos de la población que presentan un mayor riesgo de empezar a consumir drogas o que tienen necesidades especiales, como los jóvenes socialmente desfavorecidos, las personas sin domicilio, las mujeres, los grupos de minorías étnicas; o
  • personas que ya consumen drogas o que muestran vulnerabilidad individual?

Una última consideración es el entorno en el que se llevará a cabo el programa, por ejemplo, escuelas, locales nocturnos, lugares de trabajo, centros penitenciarios o centros de tratamiento. Estos contextos variados pueden ofrecer oportunidades e imponer limitaciones, que deben tenerse en cuenta.

Además de los factores enumerados anteriormente, deben tenerse en cuenta otros factores a la hora de elegir la combinación de intervenciones que deben implementarse. Entre ellos están las estructuras y los recursos disponibles para prestar los servicios pertinentes. Por ejemplo:

  • ¿Hay organizaciones oficiales, sin ánimo de lucro, benéficas y de la sociedad civil que ya proporcionan este tipo de servicios?
  • ¿Están disponibles los servicios a una escala suficiente o, en caso negativo, tienen la capacidad de expandirse?
  • ¿Qué recursos adicionales pueden ser necesarios para que los servicios existentes puedan ampliar su capacidad, por ejemplo, fondos para nuevos edificios, personal adicional y formación del personal?

En momentos en que los recursos son escasos o si es necesaria una rápida respuesta a una crisis, puede que se deba llegar a un compromiso entre la cobertura de los servicios (llegar al mayor número de personas) y la intensidad o el nivel de prestación (calidad del servicio) que se pueden ofrecer.

El nivel de prioridad política que se da a los problemas de drogas es un factor importante para la asignación de recursos. ¿Es suficiente generar los recursos necesarios para ampliar la capacidad, o se espera que los proveedores de servicios establecidos aborden el nuevo problema con sus recursos existentes? ¿Cómo se tomarán las decisiones con respecto a dar prioridad a la prestación de servicios a diferentes clientes y la asignación de recursos entre los distintos servicios?

Además, las actitudes públicas hacia el consumo de drogas pueden ser un factor determinante de la prioridad política, influyendo en la cantidad de recursos sociales asignados y en la estrategia adoptada para abordar los problemas relacionados con las drogas. Estos comportamientos dependerán de la «imagen rectora» predominante respecto al consumo de drogas, si el consumo de drogas se percibe principalmente como un vicio, un delito, una opción personal, una enfermedad o una discapacidad.

Además, la legislación de un país en materia de drogas puede influir en el tipo de respuestas facilitadas. En todos los países de la UE, la Ley define la posesión de drogas controladas como una infracción y en muchos países el consumo de estas drogas es un delito. En principio, los consumidores de drogas ilegales pueden ser condenados a una pena de prisión, pero muchos países adoptan una estrategia de salud pública respecto a los problemas sanitarios y sociales derivados del consumo de drogas, desviando a los consumidores de drogas del sistema de justicia penal y hacia el tratamiento. En algunos países, esto ha dado lugar a un aumento de la financiación del tratamiento y a iniciativas para abordar los problemas sanitarios y sociales que sufren las personas que consumen drogas.

Tipos de respuestas principales disponibles

Se dispone de una amplia variedad de respuestas sanitarias y sociales para tratar los problemas de drogas. Pueden utilizarse con diferentes poblaciones, en distintas fases del problema de la droga, de forma individual o combinada. Cuando se consideran a escala nacional o local, todas estas medidas pueden formar parte de un sistema exhaustivo de reducción de la demanda de drogas y deben coordinarse e integrarse. En la actualidad, cada vez son más las intervenciones de prevención, tratamiento y reducción de daños que se ofrecen en Internet.

Estrategias de prevención

Las estrategias para la prevención del consumo de drogas cubren un amplio espectro, que va desde las que se dirigen a la sociedad en conjunto (prevención ambiental) hasta las intervenciones que se centran en los individuos en riesgo (prevención indicada). Los principales retos radican en ajustar estas diferentes estrategias a los grupos y contextos objetivo adecuados, garantizando al mismo tiempo que estén basadas en pruebas y tengan una cobertura de población suficiente. La mayoría de las estrategias de prevención se centran en el consumo de sustancias en general, aunque algunas también tienen en cuenta problemas asociados, por ejemplo, la violencia y el comportamiento sexual de alto riesgo y un número limitado de ellas se dirigen a sustancias específicas, como el alcohol, el tabaco o el cannabis.

  • Las estrategias de prevención ambiental tienen por objeto cambiar el entorno cultural, social, físico y económico en el que las personas toman sus decisiones sobre el consumo de drogas. Incluyen medidas como la fijación de los precios del alcohol y las prohibiciones de la publicidad y el consumo de tabaco, de cuya eficacia hay pruebas claras. Otras estrategias aspiran a proporcionar entornos escolares protectores, por ejemplo, promoviendo un ambiente de aprendizaje positivo y de apoyo, y enseñando normas y valores de civismo.
  • La prevención universal aborda poblaciones enteras, normalmente en contextos escolares y comunitarios, con el objetivo de transmitir a los jóvenes las competencias sociales para evitar o retrasar el inicio del consumo de drogas.
  • La prevención selectiva interviene en contextos específicos o con grupos, familias o comunidades particulares que tienen más probabilidades de desarrollar el consumo o la dependencia de drogas, a menudo porque tienen menos vínculos sociales y recursos.
  • La prevención indicada se centra en individuos con problemas de conducta o psicológicos, que predicen un mayor riesgo de sufrir problemas de consumo de sustancias más adelante. En la mayoría de los países europeos, la prevención indicada implica principalmente el asesoramiento a los jóvenes que consumen drogas.

Tratamiento

En Europa se utilizan diversas intervenciones para el tratamiento de los problemas relacionados con las drogas, como intervenciones psicosociales, tratamiento farmacológico y desintoxicación. La importancia relativa de las diferentes modalidades de tratamiento disponibles está influida por una serie de factores, como la organización del sistema sanitario nacional y la naturaleza de los problemas de drogas en cada país. Los servicios de tratamiento de la drogodependencia pueden prestarse en diversos contextos ambulatorios y hospitalarios: unidades de tratamiento especializadas; atención primaria y clínicas de salud mental; agencias de bajo umbral; unidades residenciales hospitalarias y centros residenciales especializados; o unidades dentro de los centros penitenciarios.

La mayoría de los tratamientos de drogodependencia de Europa se prestan en régimen ambulatorio, y las dos modalidades principales de estos servicios son el tratamiento con agonistas de opioides [1] y las intervenciones psicosociales.

Cada vez es mayor la variedad de intervenciones de tratamiento que se ofrecen en Internet. Estas intervenciones podrían ampliar el alcance y la cobertura geográfica de los programas de tratamiento para personas con problemas por el consumo de drogas que de otra forma no podrían acceder a servicios especializados.

El tratamiento con agonistas de opioides es la intervención predominante para el consumo de opioides en Europa. En general, se administra en servicios ambulatorios especializados, aunque en algunos países se ofrece también en régimen de ingreso en centros sanitarios y en los centros penitenciarios. Además, los médicos generalistas de consulta desempeñan un papel importante, a menudo a través disposiciones de asistencia compartida con centros especializados en el tratamiento de adicciones.

Las intervenciones psicosociales incluyen el asesoramiento, las entrevistas motivacionales, las terapias cognitivo-conductuales, la gestión de casos, las terapias grupales y familiares y la prevención de las recaídas. Estas intervenciones ayudan a las personas a gestionar y superar sus problemas relacionados con las drogas. Son la principal forma de tratamiento que se ofrece a los consumidores de cannabis y drogas estimulantes, como la cocaína y las anfetaminas. También se ofrecen a personas que consumen opioides en combinación con un tratamiento con agonistas de opioides. En muchos países, la competencia de la prestación de tratamiento psicosocial en régimen ambulatorio es compartida por instituciones públicas y organizaciones no gubernamentales. Generalmente, los proveedores comerciales en Europa desempeñan un papel secundario a la hora de prestar intervenciones psicosociales.

Una proporción inferior del tratamiento de las drogodependencias en Europa se presta en instalaciones hospitalarias. El tratamiento con ingreso o residencial, tanto si se realiza en un hospital como si no, requiere que los pacientes vivan en el centro de tratamiento durante un período que va desde unas semanas hasta varios meses, con el fin de permitirles abstenerse del consumo de drogas. La prestación de tratamiento con agonistas de opioides en centros hospitalarios es escasa, pero se lleva a cabo en determinados grupos de pacientes con altos niveles de morbilidad. Un requisito previo para la entrada puede ser la desintoxicación, una intervención a corto plazo supervisada médicamente dirigida a la reducción y el cese del consumo de sustancias, con apoyo para aliviar los síntomas de abstinencia u otros efectos negativos. Normalmente, la desintoxicación es una intervención que requiere el ingreso en un hospital, un centro de tratamiento especializado o un establecimiento residencial con servicios médicos o psiquiátricos.

En los centros hospitalarios, los pacientes reciben tratamientos psicosociales estructurados individualmente y participan en actividades para rehabilitarlos y facilitar su reinserción en la sociedad. A menudo se utiliza una estrategia terapéutica comunitaria (véase también Opioides: respuestas sanitarias y sociales). El tratamiento en régimen de ingreso también puede prestarse en hospitales psiquiátricos a aquellos que también sufren trastornos mentales. Las instituciones públicas, el sector privado y las organizaciones no gubernamentales están implicados en la prestación de atención en régimen de ingreso en Europa, y los proveedores principales varían según el país.

[1] El término tratamiento con agonistas de opioides se usa aquí como expresión favorita para cubrir diversos tratamientos que implican la prescripción de agonistas de opioides para tratar la dependencia de opioides. El lector debe ser consciente de que este término incluye el tratamiento de sustitución de opioides (TSO), que todavía puede utilizarse en algunas de nuestras herramientas de recogida de datos y documentos históricos.

Reinserción social

La exclusión social afecta a muchas personas que consumen drogas de alto riesgo, en especial el consumo crónico de opioides. El desempleo y el bajo nivel educativo son frecuentes entre las personas de esta categoría, y muchas de ellas carecen de hogar o viven en alojamientos inestables. Las intervenciones que abordan estas cuestiones se centran en la reinserción social de las personas que consumen drogas, incluida la mejora de la capacidad de una persona para conseguir y mantener un empleo.

Las estrategias adoptadas incluyen programas de formación profesional destinados a mejorar las capacidades y las cualidades necesarias para encontrar y mantener un empleo. La transición del tratamiento al trabajo general puede verse facilitada por las empresas sociales y las cooperativas que ofrecen experiencia laboral y empleo asistido. También son valiosos los programas que colaboran con las empresas para animarlas a contratar a personas que han tenido problemas relacionados con las drogas y que proporcionan apoyo en el trabajo.

Abordar los problemas de vivienda también se considera a menudo esencial para permitir la reinserción social. Los servicios de apoyo a la vivienda pueden proporcionar alojamiento a corto o largo plazo, así como acceso a otros servicios como la asistencia médica, el tratamiento de la drogodependencia, las actividades sociales, la educación y la formación. Estos servicios incluyen programas como «Housing First», que proporciona alojamiento lo antes posible antes de abordar el problema de las drogas de una persona u ofrecer otro tipo de apoyo.

Reducción de daños

La reducción de daños abarca intervenciones, programas y políticas que tratan de reducir los daños sanitarios, sociales y económicos causados a las personas, las comunidades y las sociedades por el consumo de drogas. Un principio fundamental de la reducción de daños es el desarrollo de respuestas pragmáticas para tratar con el consumo de drogas, mediante una jerarquía de objetivos de intervención que hace especial hincapié en la reducción de daños relacionados con la salud por el consumo persistente de drogas. La reducción de daños aborda las necesidades sanitarias y sociales inmediatas de las personas que experimentan un consumo problemático de drogas, especialmente las personas socialmente excluidas, mediante la oferta de tratamiento con agonistas opioides y programas de intercambio de agujas y jeringuillas para prevenir las muertes por sobredosis y reducir la probabilidad de contraer enfermedades infecciosas. Otros planteamientos incluyen los programas de acercamiento, la promoción de la salud y la educación.

Proteger tanto a los consumidores de drogas como al público de los daños asociados al consumo de drogas requiere un marco de intervenciones en diferentes ámbitos de posibles daños y riesgos que puedan ayudar a lograr mejores resultados sanitarios y sociales a lo largo del tiempo. Entre los posibles objetivos importantes de las intervenciones en este ámbito se incluyen medidas para reducir el riesgo de VIH/SIDA o de infecciones por hepatitis víricas entre los consumidores de drogas por vía parenteral, la prevención de las sobredosis y estrategias que animen a los consumidores de drogas a adoptar conductas menos arriesgadas, así como la promoción de objetivos de salud y seguridad.

Los avances más recientes en el ámbito de las intervenciones de reducción de daños incluyen el uso de aplicaciones móviles y de salud electrónica para ofrecer intervenciones breves y apoyo a la recuperación de forma más amplia, el uso de la telemedicina y el uso de información conductual para desarrollar programas más eficaces para los consumidores de drogas.

Implementación, supervisión y evaluación de las respuestas seleccionadas

La aplicación satisfactoria de cualquier respuesta con una política depende de una serie de factores que deberán tenerse en cuenta a la hora de planificar o revisar las políticas o programas (véase la Figura 4).

Factores que afectan a la implementación

En primer lugar, es esencial conseguir el apoyo de los responsables políticos y del público. Los responsables políticos y el público deben aceptar que hay un problema en materia de drogas que requiere una respuesta específica. También deben estar convencidos de que una estrategia de salud pública es más adecuada que una respuesta fundamentalmente de orden público. Puede que sea necesario fomentar que se haga hincapié en la relación coste-beneficio de la acción y de la inacción, a fin de garantizar la asignación de los recursos sociales necesarios para una respuesta política pública eficaz.

Figura 4: Factores que deben tenerse en cuenta en la fase 3: implementación

 

Esquema que resume algunos aspectos del paso de implementación del desarrollo de respuestas sanitarias y sociales relacionadas con las drogas. Valore las preguntas: ¿Qué se proporciona? ¿Dónde? y ¿Quién lo proporciona?

La implementación eficaz de una intervención depende también de si se dispone de suficiente personal capacitado para prestarla. Esto puede exigir la formación de más personal para permitir que se amplíen los servicios. También puede implicar volver a formar a personal más acostumbrado a hacer frente a otros tipos de problemas de consumo de drogas (por ejemplo, consumo de opioides inyectables en lugar de estimulantes problemáticos o consumo de cannabis) o proporcionarles las habilidades necesarias para trabajar con nuevos grupos, como clientes más jóvenes.

Las intervenciones también requieren instalaciones y lugares adecuados en los que se puedan llevar a cabo tratamientos, actividades de acercamiento a la comunidad u otros programas. Implicar a las comunidades locales puede ser esencial si se pretende que alojen servicios de tratamiento o de proximidad. Entre las preocupaciones que deberán abordarse figuran los temores de que los servicios atraigan a más consumidores de drogas a la zona y aumenten los problemas relacionados con las drogas, o lleven a las personas que consumen drogas a reunirse en torno a los centros de tratamiento, participando abiertamente en el tráfico y el consumo de drogas.

Gestión y coordinación de los servicios

Se necesitan sistemas de gestión para coordinar los esfuerzos de las diferentes agencias y servicios que trabajan para abordar los problemas relacionados con las drogas. La coordinación puede exigir el establecimiento de comités consultivos o grupos de referencia con amplia representación de las principales partes interesadas. Estos organismos pueden determinar la dirección de una estrategia global. También pueden garantizar la participación de todos los afectados por una política, lo que facilita una mayor aceptación de las estrategias implicadas.

Además, la interacción entre las cuestiones relacionadas con las drogas y otros problemas sanitarios y sociales significa que es importante garantizar una coordinación adecuada entre los servicios de drogodependencia y otros servicios de asistencia sanitaria. Por ejemplo, los problemas relacionados con las drogas suelen asociarse a problemas de salud mental, por lo que es esencial que los servicios de drogodependencia y de salud mental colaboren para garantizar que ambas cuestiones se abordan de manera eficaz (véase el Foco de atención sobre... el consumo de sustancias y los problemas de salud mental comórbidos).

Las normas de calidad para la prestación de servicios proporcionan otro mecanismo para ayudar a una implementación eficaz. La UE ha publicado normas mínimas de calidad en la reducción de la demanda de drogas que abarcan la prevención, la reducción de riesgos y daños y el tratamiento, así como la reinserción social y la rehabilitación.

Puede ser necesario consultar periódicamente a las agencias que participan en la prestación de servicios para identificar y abordar cualquier problema de implementación. Los representantes de los grupos que utilizan un servicio concreto pueden proporcionar información sobre su rendimiento y hacer sugerencias para mejorar su diseño y prestación. Es fundamental crear una cultura organizativa en la que exista colaboración entre las agencias y los proveedores de servicios, en lugar de competencia por los recursos y los clientes.

Seguimiento y evaluación de la prestación del servicio

El seguimiento, la evaluación y los comentarios de respuesta son fundamentales para una buena prestación del servicio. Estos procedimientos permiten al personal supervisar el rendimiento de sus programas, mejorar la prestación, evaluar la rentabilidad y rendir cuentas a los financiadores por los servicios que prestan. También permiten a los proveedores de servicios identificar cualquier consecuencia negativa no intencionada de intervenciones concretas u otras acciones, por ejemplo, un cambio en la práctica que dé lugar a mayores tasas de abandono, o cuando las medidas adoptadas para prevenir el desvío de medicamentos sujetos a receta médica reducen el acceso de los pacientes que los necesitan, lo que da lugar a un tratamiento ineficaz y al dolor y sufrimiento asociados, así como a un aumento de los costes sanitarios.

El seguimiento de la implementación y la adopción de intervenciones requiere el establecimiento de sistemas de recogida de datos sostenibles. A fin de que los datos resulten útiles, deben cumplimentarse los formularios sistemática y debidamente. Los resultados deben comunicarse al personal para demostrar el valor de la recogida de datos. Ejemplos de los tipos de preguntas que deben plantearse en las acciones de control y evaluación son:

  • ¿Qué tipos de intervenciones se han prestado (por ejemplo, asesoramiento, apoyo social, tratamiento con agonistas de opioides)?
  • ¿A cuántos o qué tipos de pacientes o grupos objetivo se ha atendido?
  • ¿Cuáles son los resultados en términos de prevención o reducción del consumo de drogas y de los daños relacionados con las drogas o de mejora de la calidad de vida de los pacientes?
  • ¿Cómo son los costes de la intervención en comparación con programas o servicios alternativos?

Estos datos son útiles tanto para fines internos como externos, por ejemplo: para evaluar y perfeccionar los servicios y las respuestas para los pacientes; informar a las entidades financiadoras; defender la continuidad de la financiación o una financiación adicional para servicios vigentes; o abogar por intervenciones alternativas más rentables. El seguimiento y la evaluación de la prestación de servicios en curso suelen ser realizados por los propios proveedores de servicios, aunque lo ideal es que la evaluación de los resultados y del impacto sea realizada por evaluadores externos, que pueden ser más objetivos.

Dado que puede haber un retraso antes de que las intervenciones tengan efectos detectables en los daños relacionados con las drogas, una dificultad potencial para los responsables políticos es garantizar que los servicios sigan financiándose cuando haya pasado una crisis de drogas percibida. Los resultados de la investigación sobre el impacto de los servicios, su rentabilidad y la magnitud de los problemas relacionados con las drogas a escala de la población pueden desempeñar un papel útil en este proceso.

Otros recursos

EMCDDA

Otras fuentes

Sobre esta publicación

Cita recomendada: Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (2021), Action framework for developing and implementing health and social responses to drug problems (Marco de acción para el desarrollo y la implementación de respuestas de salud y sociales a los problemas relacionados con las drogas), https://www.emcdda.europa.eu/publications/mini-guides/action-framework-….

Identificadores

TD-09-21-996-ES-Q
ISBN: 978-92-9497-717-5
DOI: 10.2810/16636

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