Las personas migrantes y las drogas: respuestas sanitarias y sociales

Introducción

Esta miniguía forma parte de una serie más amplia, que en conjunto comprende Health and social responses to drug problems: a European guide (Respuestas sanitarias y sociales a los problemas relacionados con el consumo de drogas: una guía europea). Ofrece una visión general de los principales aspectos que es preciso tener en cuenta a la hora de planificar o proporcionar respuestas sanitarias y sociales a las personas migrantes que consumen drogas, y examina la disponibilidad y la eficacia de las respuestas. También tiene en cuenta las implicaciones a nivel práctico y político.

Última modificación: Diciembre de 2023.

Contenido:

Resumen

Cuestiones básicas

Las personas migrantes constituyen un segmento muy heterogéneo de la población, y los vínculos entre la migración y el consumo de drogas son complejos.

En general, el consumo de drogas entre las personas migrantes, a su llegada, es inferior al observado en el país de acogida. Sin embargo, es posible que algunas de estas ya hayan consumido drogas antes de su llegada y necesiten atención médica relacionada con el consumo de drogas. Es especialmente importante garantizar la continuidad del tratamiento con terapia de opiáceos o la terapia antirretrovírica a quienes ya los están recibiendo, pero puede haber dificultades a la hora de determinar las equivalencias de la medicación y comunicar las prácticas de gestión clínica del país de acogida. 

Otros migrantes pueden ser más vulnerables al consumo problemático de sustancias después de su llegada por una serie de razones, como traumas, desempleo y pobreza, así como la pérdida de apoyo familiar y social. Es posible que estas personas consuman drogas para hacer frente al trauma, el aburrimiento, la incertidumbre y la frustración que acarrea su condición de migrantes. La vulnerabilidad de los migrantes puede verse agravada por la falta de información sobre los servicios sanitarios y las dificultades para acceder al tratamiento. 

Los datos y la literatura sobre la prevalencia y los patrones de consumo de sustancias entre las poblaciones migrantes en Europa son escasos, y este déficit impide una evaluación exhaustiva de las necesidades de este grupo (Humphris y Bradby, 2017; Blom et al., 2016).

Respuestas

Existen pocas intervenciones centradas específicamente en el consumo de drogas entre los migrantes y, en los casos en que se han identificado tales respuestas, se sabe poco sobre su eficacia. La atención se suele centrar en la cuestión más amplia de la salud de los migrantes, o en la mejora del acceso a los servicios para drogodependientes disponibles para este grupo. Las respuestas actuales comprenden:

  • intervenciones para facilitar y mejorar el acceso a los servicios sanitarios, entre las que se incluyen los servicios de traducción y el material informativo, la mediación cultural, la competencia y la formación culturales, el trabajo entre iguales, la asistencia con perspectiva de género y la integración social;
  • procedimientos de detección y evaluación de necesidades adaptados a los solicitantes de protección internacional y a los migrantes en situación irregular, especialmente en el momento de su llegada;
  • realización de intervenciones breves en los centros de acogida de migrantes;
  • hacer partícipes a las poblaciones migrantes a través de servicios de bajo umbral; y
  • garantizar que los servicios para drogodependientes se presten en el marco de los servicios sanitarios integrados para los migrantes.

Perspectiva europea

  • Actualmente no existe una visión general europea de la disponibilidad de servicios de respuesta a las necesidades sanitarias y sociales de los migrantes con problemas relacionados con las drogas. A nivel nacional, las políticas en materia de drogas en los países de la UE raramente se centran en las necesidades de los migrantes que consumen drogas y, en general, los estudios sugieren que las necesidades de los migrantes en ámbitos como la salud mental, la atención preventiva y los servicios de tratamiento no reciben la prioridad adecuada. No obstante, en los últimos años se han desarrollado intervenciones en varios países, aunque los datos sobre su eficacia, disponibilidad y cobertura siguen siendo desiguales. La mayoría de las prácticas parecen centrarse en llegar a poblaciones específicas de migrantes, y solo unas pocas intervenciones específicas están relacionadas con las drogas.

Cuestiones clave relacionadas con los migrantes y el consumo de drogas

Responder adecuadamente a las cuestiones relacionadas con la migración se ha convertido en una preocupación cada vez más importante para la formulación de políticas europeas en la última década. La migración es una cuestión compleja que requiere actuaciones proactivas para hacer frente a los retos que plantean los recientes flujos migratorios procedentes de países no pertenecientes a la UE así como los intraeuropeos. Además, para analizar este tema hay que abordar las necesidades sanitarias de las comunidades de migrantes establecidas desde hace tiempo dentro de la UE, en las que se sabe que existen desigualdades sanitarias y sociales (De Kock, 2022). 

Los acontecimientos recientes, en particular la guerra en Ucrania, también han llevado a un mayor reconocimiento de la necesidad de prestar la misma atención a la salud mental de los migrantes (Giacco et al., 2018) que a su bienestar físico. Esto incluye cuestiones relacionadas con el consumo de sustancias y el desarrollo de respuestas adecuadas.

Las personas migrantes constituyen un segmento muy heterogéneo de la población (véase el recuadro Migrantes en el contexto de la UE: ¿a quiénes nos referimos?), y los vínculos entre migración y consumo de drogas son complejos. Normalmente, las tasas de consumo de sustancias entre los migrantes, especialmente los recién llegados, son inferiores a las registradas en las comunidades de acogida, lo que refleja las pautas de conducta de consumo de sustancias en sus países de origen (Jane-Llopis y cols., 2006; Harris y cols., 2019). Sin embargo, los estudios indican que, con el tiempo, la prevalencia del consumo de sustancias en las comunidades de migrantes se vuelve cada vez más similar a la observada en la población general (Horyniak et al., 2016; Hurcombe et al., 2010; Priebe et al., 2016; OMS, 2018).

Hay una serie de factores de riesgo conocidos que pueden experimentar los migrantes y que podrían conducir a un aumento de la prevalencia del consumo de sustancias, como, por ejemplo, el desempleo y la pobreza, la pérdida de redes de apoyo familiar y social y el traslado a un entorno cultural en el que el consumo de drogas o alcohol esté más tolerado socialmente. Se han identificado otros factores de riesgo, como las condiciones socioeconómicas adversas (antes y después de la migración), las experiencias traumáticas, el bajo nivel educativo, la separación familiar, el estatus familiar y socioeconómico, el entorno laboral, el estrés y la exclusión social (De Kock, 2022).

En el caso de las personas que no tienen una residencia preestablecida, una preocupación más es que, a su llegada a un país anfitrión, las drogas pueden ser un medio para hacer frente al estrés, el aburrimiento y la incertidumbre y frustración de las personas en relación con su situación migratoria. Se han identificado una serie de factores de riesgo que pueden asociarse a un riesgo elevado de problemas de consumo de sustancias entre este grupo, por ejemplo: la duración del internamiento de los migrantes, la amenaza pendiente de deportación y la falta de acceso a los servicios sanitarios, educativos y sociales (De Kock, 2022). Los migrantes recién llegados también pueden ser vulnerables debido a la falta de información sobre el tratamiento y, potencialmente, al acceso al mismo. Recientemente, por ejemplo, se ha determinado que una prioridad a la hora de abordar las necesidades de los migrantes procedentes de Ucrania es garantizar la continuidad de los tratamientos por drogodependencia, ya que se ha observado que los que recibían estos tratamientos en Ucrania no sabían cómo obtener apoyo o continuar con el tratamiento en el país de acogida.

También hay pruebas que indican que algunos migrantes, debido a sus experiencias adversas, pueden ser especialmente vulnerables a desarrollar problemas de consumo de sustancias (Horyniak et al., 2016; Knipscheer et al., 2015; Lindert y Schimina, 2015; Bogic et al., 2012; Brendler-Lindqvist et al., 2014). Experimentar acontecimientos traumáticos antes y después de la migración, así como durante el propio trayecto migratorio, puede contribuir, por ejemplo, al desarrollo de factores estresantes de la salud mental que podrían dar lugar a un mayor riesgo de trastorno por estrés postraumático (TEPT), depresión u otros problemas de salud mental, lo que, a su vez, podría agravar el riesgo de desarrollar problemas de consumo de sustancias después de la migración. El TEPT, en particular, ha sido identificado como un factor de riesgo para el desarrollo de problemas de consumo de sustancias (Knipscheer et al., 2015; Lindert y Schimina, 2015). El riesgo es especialmente elevado en el caso de los refugiados y los solicitantes de protección internacional (Horyniak et al., 2016). 

En situaciones como estas, que suelen ser complejas y cambiantes, una planificación eficaz de los servicios puede basarse en la comprensión de la prevalencia de los factores de riesgo y las pautas de consumo de sustancias entre las poblaciones migrantes nuevas y las más establecidas. Sin embargo, normalmente esta información no está disponible (Humphris y Bradby, 2017; Blom et al., 2016; Bogic et al., 2012; Lindert y Schimina, 2011; Knipscheer et al., 2015; OMS, 2018; Priebe et al., 2016; Hurcombe et al., 2010; Horyniak et al., 2016; Harris et al. 2019), y no existe un proceso normalizado de recopilación de datos que se centre en la situación migratoria de las personas que acceden a los servicios de tratamiento por drogodependencia o a otros servicios relacionados con la drogodependencia. 

La recopilación de datos y las prácticas de seguimiento pueden resultar complicadas en algunos países debido a las restricciones legales en cuanto a los datos que pueden recopilarse sobre raza, etnia e incluso, en algunas circunstancias, nacionalidad. Por lo tanto, existe una necesidad urgente de desarrollar enfoques en los que se puedan basar la orientación y la planificación de los servicios para abordar las necesidades de las comunidades de migrantes, respetando al mismo tiempo la protección de datos nacional junto con las normas y los procedimientos éticos. 

Obstáculos al acceso a los servicios

A la hora de considerar las necesidades sanitarias de los migrantes, es especialmente importante identificar los obstáculos que pueden limitar la capacidad de los migrantes para acceder a prestaciones sanitarias tanto generales como más especializadas (Lindert y Schimina, 2011; Blom et al., 2016; Madeira et al. 2018). 

Los migrantes que necesitan apoyo por un problema de drogas pueden no ser conscientes, por ejemplo, de la disponibilidad de servicios de tratamiento, o no querer revelar que consumen drogas o que buscan ayuda por miedo al estigma y a la posibilidad de sufrir consecuencias adversas, como la deportación, la pérdida de derechos de residencia o de alojamiento y otros privilegios, o incluso la pérdida de la custodia de sus hijos. Las cuestiones lingüísticas también representan un obstáculo importante para el acceso y la prestación de servicios, ya que muchos migrantes no hablarán la lengua del país de acogida.

Otros obstáculos en el acceso a servicios especializados de salud mental o relacionados con el consumo de sustancias entre estas poblaciones son: diferentes comportamientos de búsqueda de ayuda; expectativas culturales diversas con respecto a los profesionales de la salud; actitudes negativas hacia y por parte de los proveedores; largas listas de espera, y creencias culturales sobre la salud mental.

Respuestas a los problemas relacionados con las drogas entre las personas migrantes

En los países de la UE, los migrantes pueden tener derecho a la asistencia sanitaria de emergencia, pero esta prestación varía de un país a otro. Además, suelen existir enfoques genéricos que apoyan los problemas de salud de los migrantes y que, en ocasiones, también pueden incluir el apoyo a los problemas de consumo de sustancias. En general, sin embargo, hay una ausencia de servicios desarrollados específicamente para abordar los problemas de drogas entre los migrantes en Europa, aunque esta situación está cambiando lentamente con la puesta en marcha de servicios especializados en los últimos años en varios países.

Las intervenciones que se han desarrollado para facilitar y mejorar el acceso a los servicios generales de salud entre las poblaciones migrantes tienden a centrarse en los siguientes ámbitos: aumento de la sensibilización y el acceso a los servicios existentes; prestación de servicios de traducción e interpretación; ajustes en los modelos de prestación de servicios para ser más sensibles a las diferencias culturales o a las necesidades específicas de los migrantes; y empleo de personal de enlace, derivación o divulgación para facilitar la derivación y la captación de servicios (De Kock, 2022). 

Los elementos clave de estas intervenciones pueden incluir:

  • Servicios de traducción para mejorar la experiencia de los hablantes de lenguas extranjeras en los servicios de salud y su posterior permanencia y adherencia a los programas de tratamiento (Guerrero et al., 2012; Aelbrecht et al., 2012). Estas respuestas abordan las barreras lingüísticas poniendo intérpretes formados a disposición de los servicios pertinentes, o utilizando aplicaciones basadas en la web, tarjetas de comunicación y telemedicina. Además de ser traducidos, puede ser necesario adaptar los materiales de comunicación sanitaria a públicos específicos. Aunque la investigación en este campo está poco desarrollada, algunos estudios sugieren que el uso de traductores puede mejorar la adherencia al tratamiento por consumo de sustancias entre los migrantes con alto riesgo de abandono.
  • Servicios de mediación cultural, que pueden ofrecerse junto con los servicios de traducción, para facilitar la comunicación entre personas que hablan diferentes lenguas y proceden de diversos orígenes culturales (Guerrero et al., 2012). Los mediadores culturales son profesionales que pueden proporcionar información sobre diferentes conjuntos de valores, creencias y convenciones socioculturales aclarando expresiones y conceptos específicos de la cultura que pueden dar lugar a malentendidos. Pueden facilitar la adaptación de los protocolos y procedimientos de tratamiento con terapia de opiáceos en el país de acogida, que pueden diferir de los del país de origen, así como abordar las variaciones en las legislaciones sobre drogas y las normas culturales o sociales con respecto al consumo de drogas en el país de acogida.
  • Competencias y formación culturales para alentar y capacitar a los profesionales de la salud para que sean sensibles desde el punto de vista cultural: a) reflexionando sobre sus propios antecedentes culturales y sus creencias y cómo pueden influir en sus encuentros clínicos con migrantes, y b) siendo más conscientes de las diferentes creencias y expectativas de las poblaciones migrantes a la hora de planificar el tratamiento a nivel individual y organizativo (Guerrero et al., 2012). Además, las organizaciones y los profesionales pueden tener en cuenta los factores estructurales y sociales que influyen en el consumo de sustancias y en el acceso al tratamiento de los migrantes y las minorías étnicas.
  • Trabajo entre igualesen la provisión de intervenciones específicas, incluido el uso de enfoques que faciliten llegar a progenitores migrantes, la formación de migrantes para desarrollar y difundir métodos de prevención, y la definición de prioridades de prevención junto con estas poblaciones.
  • Servicios con perspectiva de género que respondan a las necesidades de determinados grupos. Esto es especialmente importante, ya que los servicios europeos de reducción de la demanda de drogas se han desarrollado a menudo en el contexto de una población consumidora de servicios predominantemente masculina, lo que pone de relieve la necesidad de replantear los servicios de manera que sean pertinentes y sensibles con respecto al género. Debe considerarse la posibilidad de ofrecer un tratamiento exclusivamente femenino, basado en el trauma, no estigmatizador y con perspectiva de género en el que también se preste atención a las necesidades del cuidado de los menores (véase Mujeres y drogas: respuestas sanitarias y sociales).
  • Enfoque basado en el trauma que reconozca los signos y síntomas del trauma en los pacientes (y el personal) y el efecto que esto puede tener en sus vidas; que evite la repetición del trauma; y que restablezca sentimientos de seguridad y autoestima (Turrini et al., 2019; Wenk-Ansohn et al., 2018).

Intervenciones dirigidas a los migrantes y los problemas relacionados con las drogas

Actualmente existe una gama limitada pero creciente de servicios e intervenciones relacionados con las drogas en los países europeos dirigidos específicamente a los migrantes con problemas de drogodependencia. No obstante, es importante señalar que se sabe poco de la eficacia de las específicas.

La Estrategia de la UE sobre drogas 2021-2025 se centra en la necesidad de abordar los obstáculos para acceder a los servicios de apoyo y tratamiento en relación con las características clave del grupo destinatario, como los factores demográficos (incluidos los antecedentes culturales), los factores situacionales (incluida la migración) y los factores personales (incluida la salud mental y el bienestar). También reconoce que los migrantes se encuentran entre los grupos específicos de personas que consumen drogas y que padecen trastornos por consumo de drogas que potencialmente pueden tener necesidades de atención más complejas o específicas.

Se desarrollan intervenciones específicas en el contexto de los procedimientos de cribado y evaluación de necesidades, intervenciones breves, continuidad de la atención, servicios de salud integrados y reintegración social.

Cribado y evaluación de las necesidades

Es importante establecer procedimientos de cribado y evaluación de las necesidades para los solicitantes de protección internacional y los migrantes en situación irregular, en particular a su llegada, que deben incluir medidas para evaluar posibles problemas de consumo de sustancias. También es vital que el personal de los servicios, como los de alojamiento y acogida, esté alerta ante posibles problemas.

Intervenciones breves

Algunos estudios sugieren que las intervenciones breves ofrecidas en las instalaciones en las que se alojan los solicitantes de protección internacional y a los migrantes en situación irregular pueden ser útiles para contribuir a las estrategias de prevención y como elementos de enfoques basados en la comunidad o con múltiples componentes (Greene et al., 2019). Las intervenciones breves en este contexto suelen tener por objeto evitar la transición del uso recreativo al consumo de sustancias de alto riesgo y del consumo de sustancias de alto riesgo a los trastornos relacionados con el consumo de sustancias. Sin embargo, se necesitan más pruebas para determinar la eficacia en este caso.

Continuidad de la atención

Algunos migrantes llegarán con problemas relacionados con el consumo de opiáceos, y pueden necesitar atención médica para tratar la dependencia de los opiáceos, en particular, tratamiento con terapia de opiáceos, así como apoyo para la prevención o el tratamiento de enfermedades infecciosas relacionadas con las drogas. Garantizar la continuidad de la atención a los pacientes que reciben tratamiento con terapia de opiáceos o terapia antirretrovírica es especialmente importante, ya que la interrupción de la atención podría provocar recaídas u otras consecuencias negativas para la salud.

Entre las posibles dificultades para garantizar la continuidad de la atención a las personas que reciben tratamiento con terapia de opiáceos se incluyen: dificultades para determinar las equivalencias entre la medicación prescrita en el país de acogida y en el país de origen; tener que cambiar al cliente a la medicación prescrita disponible en el país de acogida; y comunicar las prácticas de gestión clínica que podrían diferir de las del país de origen (por ejemplo, el requisito de realizar análisis de orina).

Los servicios de bajo umbral, con ningún o con escasos criterios de acceso, y que llegan activamente a las poblaciones vulnerables, pueden resultar especialmente atractivos para los solicitantes de protección internacional y para los migrantes en situación irregular.

Servicios integrados de salud

El desarrollo de servicios sanitarios integrados y la coordinación con los servicios sociales y de vivienda serán, probablemente, un elemento importante a la hora de ofrecer una respuesta eficaz a las necesidades sanitarias de los migrantes (Roberts et al., 2015). Esto se debe a que, tanto en la población general como entre los migrantes, el consumo problemático de sustancias se suele asociar con trastornos de salud mental y condiciones sociales adversas. Este tipo de problemas pueden ser especialmente graves entre los solicitantes de protección internacional y los refugiados.

Hay pocas prácticas del tratamiento del consumo de sustancias dirigidas específicamente a los migrantes que hayan sido evaluadas de forma sólida, pero se han realizado varios ensayos en relación con los métodos centrados en el trauma. La terapia cognitivo-conductual para reducir el consumo de sustancias también ha resultado beneficiosa en poblaciones de migrantes no refugiados (Turrini et al., 2019). Estas y otras intervenciones de salud mental podrían ayudar a afrontar las razones subyacentes del consumo problemático de sustancias. 

Otras intervenciones destinadas a mejorar la salud mental de las personas con un contexto de migración incluyen la sensibilización sobre los orígenes culturales y contextuales en la terapia, o el desarrollo de vínculos entre las instalaciones que alojan a los migrantes recién llegados y los servicios de salud mental (De Kock, 2022).

Reinserción social

Los servicios de reinserción social también pueden ser importantes para facilitar la integración en la comunidad de acogida de los migrantes que consumen drogas (Priebe et al., 2016). La reintegración social suele centrarse en la vivienda, la educación y el empleo, y puede contribuir a la reducción de la prevalencia de los trastornos de salud mental y a la reducción de los obstáculos al acceso al tratamiento, así como a la recuperación de las personas que consumen drogas. 

Perspectiva europea: disponibilidad de intervenciones relacionadas con las drogas para las personas migrantes

En la actualidad no existe un panorama europeo de la disponibilidad de servicios que respondan a las necesidades sanitarias y sociales de los migrantes con problemas relacionados con las drogas (De Kock, 2022). A nivel nacional, las políticas en materia de drogas en los países de la UE no se suelen centrar en las necesidades de los migrantes que consumen drogas y, en general, los estudios sugieren que las necesidades de los migrantes en Europa en ámbitos como la salud mental, la atención preventiva y los cuidados de larga duración no reciben la prioridad adecuada (De Kock, 2022). Esta situación está cambiando lentamente y en los últimos años varios países han desarrollado intervenciones, pero los datos sobre su eficacia, disponibilidad y cobertura siguen siendo escasos (De Kock, 2022).

El acceso a la asistencia sanitaria general y a los servicios especializados, como la salud mental y el tratamiento de consumo de sustancias, depende de la organización de los sistemas sanitarios de cada país, de cómo abordan la cuestión de la inclusión sanitaria con respecto a los diferentes grupos de migrantes, así como de su capacidad para diseñar y aplicar el apoyo médico a los refugiados y los solicitantes de protección internacional en vista de sus circunstancias y necesidades específicas (IOM, 2016, 2018).

El proyecto SEMID-EU, financiado por la Comisión Europea, ha elaborado una serie de recomendaciones factibles. Esta iniciativa tiene por objeto colmar las lagunas de conocimiento y de experiencia práctica en relación con el consumo de drogas y la migración en Europa con el fin de mejorar el bienestar y la salud de los migrantes vulnerables que consumen drogas. El SEMID-UE ha llevado a cabo recientemente un estudio Delphi en tres fases para elaborar declaraciones de consenso y recomendaciones entre expertos de la sociedad civil en Europa sobre el consumo de drogas y el acceso a los servicios asistenciales para los migrantes vulnerables en la Unión Europea. El estudio alcanzó altos niveles de acuerdo sobre 20 declaraciones y 15 recomendaciones. Estas recomendaciones se centraron en aumentar la disponibilidad de datos fiables, desarrollar materiales de apoyo, reforzar la colaboración entre los Estados miembros de la UE y eliminar los obstáculos para acceder a los servicios relacionados con las drogas (véase el recuadro Recomendaciones de actuación para mejorar el acceso a los servicios relacionados con las drogas para los migrantes que consumen drogas) (van Selm et al., 2023). Los resultados futuros del proyecto serán un ejercicio de catalogación en relación con las necesidades locales entre los grupos de migrantes de Ámsterdam, Atenas, Berlín y París, y el desarrollo de herramientas y directrices prácticas.

Muchos países europeos conceden acceso a la asistencia sanitaria a los refugiados, aunque pueden imponerse límites a la atención prestada. Estas limitaciones pueden ser aún mayores para los solicitantes de protección internacional y los migrantes en situación irregular. Sin embargo, algunos países han estado trabajando para mejorar el acceso de estas poblaciones a la atención sanitaria. España, por ejemplo, ha restablecido el acceso universal al sistema nacional de salud para todos los habitantes del país, independientemente de su situación administrativa. En Letonia, una nueva ley otorga a las personas apátridas el derecho a recibir asistencia médica mínima financiada por el Estado. En Chipre, un proyecto gubernamental cofinanciado cubre los gastos médicos de los nacionales de terceros países, incluidos los solicitantes de protección internacional (REM, 2019).

Hay una serie de intervenciones en los países europeos que intentan superar las barreras lingüísticas en la asistencia sanitaria, también en el ámbito de los servicios relacionados con la droga. Los enfoques utilizados incluyen la promoción de las competencias culturales y la oferta de servicios de traducción, así como la difusión multilingüe de materiales informativos sobre el consumo de sustancias a través de medios como folletos y vídeos en línea o aplicaciones para teléfonos inteligentes (De Kock, 2022).

Por ejemplo, en Bélgica, los mediadores culturales trabajan en hospitales para superar las barreras lingüísticas y culturales en diversos contextos sanitarios (Verrept, 2019), y en Suecia existe un servicio de telepsiquiatría en todo el país para facilitar el acceso de los refugiados a los servicios de salud mental (OMS, 2018). En Alemania, un proyecto concreto ofrece vídeos en línea que alertan sobre las posibles consecuencias del consumo de alcohol, cannabis o medicamentos con receta médica. Estos vídeos están disponibles en alemán, inglés, árabe, dari y tigriña, y pueden ser utilizados por profesionales que trabajan con estas poblaciones migrantes (Mittel et al., 2018). En Bélgica se desarrolló una aplicación para teléfonos inteligentes adaptada a los refugiados para ofrecer una visión general de los servicios de bienestar, salud mental y otros (Mascia, 2020).

Las intervenciones y los recursos desarrollados para mejorar las competencias culturales están disponibles en varios Estados miembros, aunque no se dispone de datos sobre su cobertura y aplicación. Estas medidas suelen incluir formación y asesoramiento para los profesionales que trabajan con migrantes y minorías étnicas, desarrollo de guías sobre cómo aumentar la competencia cultural y creación de vínculos entre los diferentes servicios que necesitan estas poblaciones (De Kock, 2022). 

Intervenciones específicas

En toda Europa hay una serie de iniciativas en funcionamiento diseñadas específicamente para los migrantes, o para determinadas poblaciones migrantes, que a menudo incluyen diferentes componentes, como evaluaciones sanitarias, intervenciones breves y tratamiento residencial y ambulatorio.

Por ejemplo, en Grecia, REFRAME responde a las necesidades de emergencia y fomenta el empoderamiento de los refugiados y otros migrantes. Consiste en la evaluación sistemática de las necesidades y la sensibilización con respecto al consumo de sustancias (De Kock, 2022). También se ofrecen grupos de prevención e intervención temprana para familias, padres, niños y jóvenes, así como asesoramiento para las personas que consumen drogas y derivación a otros servicios en caso necesario. REFRAME también forma a profesionales y voluntarios que trabajan en centros de alojamiento y refugios para identificar problemas relacionados con el consumo de sustancias y posibles remisiones.

En Berlín, un programa de tratamiento residencial está dirigido a clientes de diversos orígenes culturales. Proporciona terapia intercultural individual y de grupo, mediación con familiares y apoyo en materia de migración y asuntos sociales (De Kock, 2020). Del mismo modo, en Grecia, Kethea Mosaic ofrece asesoramiento intercultural y otros servicios para facilitar la integración social y la prevención de recaídas entre los migrantes que consumen drogas, aunque en un programa no residencial de bajo umbral (De Kock, 2022). 

Implicaciones para las políticas y la práctica

Principios básicos

  • Las tasas de prevalencia del consumo de sustancias entre los migrantes a su llegada son generalmente inferiores a las de las poblaciones de acogida, pero los migrantes pueden ser más vulnerables a los problemas de consumo de sustancias por diversas razones, como traumas, desempleo y pobreza, pérdida de apoyo familiar, aburrimiento, incertidumbre y frustración con respecto a su situación migratoria.
  • La vulnerabilidad de esta población puede verse agravada por la falta de información sobre los servicios de drogodependencia o el acceso a los mismos.
  • Las dificultades lingüísticas pueden representar una barrera importante a la hora de evaluar las necesidades de los migrantes y facilitar su acceso a la atención sanitaria.

Oportunidades

  • Se están desarrollando servicios específicos para hacer frente a las necesidades de los grupos de migrantes en varios países. Es necesario compartir ejemplos de prácticas prometedoras.
  • Podría desarrollarse un seguimiento ordinario y una evaluación de las necesidades para mejorar la comprensión de las prioridades en este ámbito. 

Déficits

  • Existe una limitación en cuanto a los conocimientos sobre el alcance y la naturaleza de los problemas relacionados con las drogas entre los nuevos migrantes en Europa.
  • En la actualidad, pocas políticas nacionales en materia de drogas abordan la salud de los migrantes. Es necesario ampliar las intervenciones para explorar y abordar las barreras culturales, las necesidades de traducción e interpretación y los requisitos para aumentar la competencia del personal a la hora de trabajar con diferentes poblaciones migrantes. 
  • También deben evaluarse las intervenciones en este ámbito, de modo que pueda ampliarse la limitada base empírica actual.

Otros recursos

EMCDDA

Otras fuentes

Referencias bibliográficas

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Sobre esta miniguía

Esta miniguía ofrece una visión general de lo que hay que tener en cuenta a la hora de planificar u ofrecer respuestas sanitarias y sociales para los migrantes que consumen drogas, y examina las intervenciones disponibles y su eficacia. También tiene en cuenta las implicaciones a nivel práctico y político. Esta miniguía forma parte de una serie más amplia, que en conjunto comprende Health and social responses to drug problems: a European guide (Respuestas sanitarias y sociales a los problemas relacionados con el consumo de drogas: una guía europea).

Citación recomendada: Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (2022), Las personas migrantes y las drogas: respuestas sanitarias y sociales, https://www.emcdda.europa.eu/publications/mini-guides/migrants-and-drug….

Identificadores

HTML: TD-02-23-181-ES-Q
ISBN: 978-92-9408-026-4
DOI: 10.2810/657944


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